Carta desde el centro.
No tuviste la infancia mas humilde, fue mas bien cómoda y de zapatos caros. Asististe a la escuelita con los sueños y un mar de caricias descansando en tu mochila verde; creciste con la magia de las flores húmedas y con amuletos que te regalaron miles de ilusiones en los días negros y de canchas inundadas. De un día para el otro te convertiste en un tipo desafiante de ojos oscuros , después de una tormenta blanca que arraso con todo aquello que querías. La calle , la noche y el rock te dieron un calido hogar, pero te adaptaste a solo un pequeño rincón de esa mansión, el mas turbio , el más duro, el que te dejo marcas y te hundió en un océano lleno de rayas. Te contentaste con la compañía de puntas y submarinos , de canciones y de algún Drácula que de vez en cuando te chupara la sangre hasta secarte. Paseaste por callejones sucios y cerrados , pero te cansaste y volviste triste , volviste desesperado. Una mañana , tu angelito cobarde te llevo de los pelos a un instituto para que te enseñaran a volar hacia donde querías , pero para vos , eras el piloto de un avión sin controles , y diciendo “ caravanas día a día” , usaste tu paracaídas para bajar del pájaro y volver a los bares a rutiar mozos y a expresarle tus lamentos a una copa de cristal . El olor a mierda te llegaba hasta el paraguas y en tu corazón solo había hielo , habías cambiado un curso de vuelo gratuito por las brazas que quemaron tu cerebro y perturbaron tu tercer ojo. La historia ya no encontraría un desvió y vos no podías mirar hacia otro lado que no fuera atrás. Volviste otra vez al instituto , ya no te acordabas de mi , pero al poco tiempo te fuiste una vez más. Tu locura te manejaba , estabas ciego , sordo y tu lengua estaba tan derretida que no pudiste siquiera decir “ chau”. Te levantaste una tarde , en tu almohada había sangre y tu brazo izquierdo tenia una aguijón del tamaño de un botón de saco. Saliste a caminar por las vías y dejaste que un tren atropellara tu alma arrancándote a vos mismo el poco tiempo de vida que te quedaba. Talvez tu mente este viviendo una vida mejor con el plus de una segunda oportunidad , pero el lobo gris que alguna vez yo conocí , nos ve vivir desde unos metros bajo tierra.
Bernardo Altamirano. Centro de Rehabilitación de Adictos Nazareth. Rosario , Santa Fe, Argentina.